Hay miles de parejas preparando hasta los mínimos detalles para pasar momentos inolvidables a través de una velada romántica ambientada entre el dulce aroma de las rosas esparcida en fragancias y pétalos cuidadosamente colocados. San Valentín está a la vuelta de la esquina y, aunque pensar en estas fechas remite a la imagen de una pareja fuertemente enamorada, lo cierto es que el amor va más allá de entregarse de humano a humano.
El amor y la amistad se presentan en distintos tamaños y formas. Más de lo que se imagina, también se presenta en cuatro patas y también está lleno de fidelidad, ternura y un número extenso de virtudes aportadas por las mascotas hacia sus humanos (además de un sinfín de pelillos por aquí y por allá. Adiós pulcritud en la ropa negra, pero ¿qué más da?, los animales nos aman mil veces más que la cantidad de pelos que son capaces de soltar sobre nuestras vestimentas).
El amor que las mascotas nos profesan es infinito y sincero. Los más renuentes a creer que las mascotas sustituyen a un humano han intentado demeritar el amor que los animales sienten hacia sus dueños alegando que las mascotas únicamente aman a los humanos porque les entregan comida y techo diariamente. Esto no puede ser del todo real. Dicen que los gatos y los perros sienten un amor tan grande hacia sus dueños como cuando un humano se enamora. Esto permite entender el nivel de lealtad y apego de ellos hacia nosotros.
Para ellos siempre es San Valentín y siempre esperan la llegada de su dueño. No conocen la palabra «mentira» y no son capaces de fingir emociones pues no conocen cómo hacerlo. Además, tampoco son capaces de ejecutar tremenda acción en contra de sus amados dueños. Su corazón es por demás bondadoso y sincero. Si lo pensamos bien, es injusto creer que solo los humanos son dignos del amor de otros humanos cuando los animales se han mantenido como fieles compañeros desde épocas remotas y son nuestra compañía cuando los mismos humanos ya nos han dado la espalda.
Una mascota compenetra al cien con su dueño, entiende cuándo es momento de jugar y cuándo un ronroneo sincero o el restregar su nariz en los nudillos de su humano son acciones necesarias para conformarlo en la pena y tristeza. Los animales profesan la fidelidad con sinceridad, no son egoístas y nos aman desinteresadamente. La gran cantidad de amor que nos dan solamente se tiñe de tristeza cuando llegan al final de su corta vida, pero todas las experiencias que acarrean hacia su humano se imprimen en la memoria de este.
Desde un perro, un gato un pequeño roedor, la variedad de mascotas es tanta como no se puede imaginar. El auge al respeto hacia estos animales que han cambiado sus instintos primarios para acompañarnos durante las noches en el sofá es relativamente reciente. Es con la aparición de las redes sociales que el boom hacia el cuidado y amor de las mascotas se ha posicionado como uno de los temas de mayor interés y se ha entendido que también son seres que son amados por nosotros, cariño que incluso puede sustituir el de una persona.
En fechas como estas, el amor hacia las mascotas se valora con mayor fuerza. Así como hay parejas celebrando su amor, hay muchas personas que pasan estos días con sus mascotas. Personas muchas veces solteras o parejas que han decidido no tener hijos (los denominados childfree), quienes dedican su noche a permanecer con sus mascotas, pues su amor no se encauza hacia otras personas. No es algo erróneo o extraño. Utópicamente, se cree que el amor de pareja no puede ser reemplazado por otro tipo de cariño, pero las mascotas nos aman tanto que hay personas que permanecen solteras y dedicadas al cien a sus compañeros peludos. Entonces, cuando vemos a un hombre solitario en San Valentín mientras todos sus amigos salen con sus novias o a una chica llamando para enviarse un arreglo de flores de un misterioso pretendiente que es ella misma, quizá sea solo por la mera presión social de estar en el mismo tono (meloso, vibrante y enamorado) en el que se encuentran tantas y tantas personas. Pues en la quietud de su hogar, después de una larga espera para atravesar el tráfico, donde en cada semáforo saltan a los ojos los distintos globos de helio, hay alguien que pasará su noche relajándose con el tenue ronroneo de su gato o jugando a la pelota con su perro. Pero está bien. Ellos siempre merecerán nuestro amor.
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San Pedro Zacatenco, El Marqués
Cel 4421192020